Desde pequeña aprendí (al igual que muchos), que “la comida entra por los ojos”. Recuerdo que mi abuelo Chichito se fijaba mucho en la presentación de la comida, mientras se viera bien, comía hasta piedras… Si a eso le agregamos una mamá que disfruta poner la mesa bonita y siempre ha sido fanática de las buenas costumbres a la hora de comer, era lógico que al momento que decidí dedicarme a la cocina, la presentación es muy importante para mí.
Viajé a Estados Unidos a certificarme en una de las universidades gastronómicas con más prestigio de la ciudad de Nueva York, “The International Culinary Center” (antiguo “The French Culinary Institute”), en un curso de “food styling” que llenó todas mis expectativas.
Gracias a esa certificación, hoy en día ofrezco los servicios de estilismo de alimentos, de manera profesional, para medios impresos, digitales y audiovisuales.
